Iluminando tu sombra


Sigo con nuestro tema de la sombra porque da para mucho, aquí la entrada anterior para recordar de lo que hablo.

La sombra, no son las personas en nuestra vida, ni las circunstancias, ni las cosas, ni nada de eso que está a simple vista.

Aunque, esas personas, circunstancias y cosas, sí que están ahí para que, básicamente, la enfrentemos y la curemos, la sombra digo, por aclarar.

Bueno, están para más cosas, pero, de momento, vamos a simplificar.

La sombra es eso que no queremos mirar, eso que ni siquiera imaginamos en nosotros. 

La foto es de Aquí, donde también podéis leer sobre la sombra desde un punto exclusivamente psicológico.

Las personas, circunstancias y demás de nuestra vida nos dan una pista, pero, normalmente, ni escuchamos ni nos damos por aludidos.

Es más, lo habitual es que andemos enfurruñados por la vida con esa persona, situación o cosa porque, cómo se atreven, yo no me merezco esto, o algo por el estilo.

Me gusta esa frase de “el maestro aparece cuando el alumno está preparado”, no sé quién la dijo la verdad, pero tiene toda la razón. 

Si nuestra mente dice que no, es que no. 

Con la sombra pasa igual.

Aunque claro, si el Universo dice que sí, te da un coscorrón que o la ves o te deja tonto de por vida. Menudo es.

Una cosa está clara, tu mente te va a ocultar la sombra, aunque le cueste la vida, hasta que crea que ya estás preparado para verla. Chim pum.

Y ¿por qué hace esto la mente-ego? Sencillo, para mantenerte a salvo.

Pero Ainhoa, no acabas de decir que nos va a ocultar la sombra aunque le cueste la vida, ¿cómo eso nos mantiene a salvo?

Básicamente, porque la función de la mente es mantener nuestro cuerpo con vida, el cómo se la sopla.

En otras palabras, si la mente considera que no estás preparado, que te vas a cagotear de miedo o que la vas a volver a liar, ya puedes trabajar en desmontar ese argumento por el buen desarrollo de tu vida.

Y ¿por qué piensa eso? Porque ya lo has vivido. Porque ya la has liado. Porque ya la has cagado.

Lógicamente, lo puedes cambiar. Si te preparas y lo enfrentas. Que la mente se las trae, pero nosotros, somos muy capaces de enfrentarla y salir victoriosos.

Vuelvo al ejemplo de las pelis de terror.

Por cierto, hace mucho que no veo ninguna, pero mis circunstancias han cambiado y, ahora mismo, prefiero ver un documental sobre florecillas silvestres.

Si quiero sustos, me pongo el telediario.

Al lío.

¿Sabes ese momento en que estás viendo una peli de terror y sabes que viene un gran susto?

La música, el ambiente, algún protagonista bajando a un sótano con la bombilla fundida… Lo básico.

Sabes que toca susto porque reconoces todos los avisos, ya lo has vivido antes.

Y, ¿qué haces? Pues te preparas, normalmente mirando para otro lado o cerrando los ojos. 

Suele ser únicamente un instante, lo justo para bajarle el volumen al susto, lo justo para no mirar de frente la sombra.

Y así andamos.

Como seres humanos necesitamos curarla, necesitamos ir capa a capa hasta dejarla como los chorros del oro. 

En el fondo, creo que ese es nuestro único propósito en la vida.

Porque, hasta que no la enfrentemos, no sanaremos y seguiremos dando vueltas en círculo preguntándonos por qué porras siempre nos pasa lo mismo.

Bueno, en esto último influyen más cosas, pero de momento hablemos sólo de la sombra.

Nivel principiante, que el temita se las trae.

Te dejo con una pregunta, si bajaras a ese sótano con la luz fundida, ¿qué monstruo te daría más miedo enfrentar? 

Y con monstruo me refiero a emoción, no me vayas a decir que a Jason.

Nos encontramos aquí el viernes y comentamos.

Chaíto.

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2 respuestas a “Iluminando tu sombra”

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