Antes que nada, las gallinas viven y están en plenas condiciones físicas y mentales. Más lozanas que yo están.
Así que hoy no toca gallinas, ni gallos.
Hoy voy a hablar de la capacidad de reírnos de nosotros mismos y de las cosas de la vida diaria.
Estoy leyendo un libro del Dr. Mario Alonso Puig, El cociente agallas se titula, yo soy muy fan de su trabajo y os recomiendo conocerlo, os dejo el enlace a su Instagram, por si queréis bichear.
Al grano.
La cosa es, que al principio del libro habla de un estudio (tranquilidad que no me voy a enrollar) que viene a decir, simplificando mucho, que si quien manda en ti es la región prefrontal izquierda eres todo alegría, optimismo y energía positiva (no sé si os recuerda a alguien, a mí me quiere sonar na más)
Y, en cambio, si quien tiene el control es el lado derecho, pues eres todo inseguridad, angustia, preocupación, etc.
Insisto que estoy súper mega simplificando.
Y aquí es donde alguno dirá, “lo ves, no es que no quiera, es que mi cerebro es así, que más quisiera yo que andar por la vida alegremente, como si no hubiera peligros y preocupaciones…”
Pues no amiguis.
Sigue siendo una excusa, para lo bueno y para lo malo, porque resulta que ya hay un montón de estudios que demuestran que nuestro cerebro es reprogramable y que se siguen generando neuronas toda la vida…
Uy uy uy.
Pero ¿qué dices Ainhoa? Que no lo digo yo, que lo dice la ciencia, que ya sabéis que yo soy muy de leer y estar informada.
Pero vamos, que no voy a hablar de eso, de momento. Cuando me termine el libro ya os contaré más cositas.
Yo quiero hablar de reírnos de nosotros mismos y de las cosas de la vida diaria. Y diréis, eso ya lo has dicho al principio y aún no has dicho nada.
Mira, una cosa voy a decir. Somos demasiado autoexigentes, siempre comparándonos con los demás, y ya no sólo con los vecinos, sino con todo el que saque el careto por una red social, hasta conmigo si me apuras.
Es más, somos capaces de compararnos con gente que no nos aporta nada y que no deberíamos ni prestar atención. Pero, se la prestamos.
¿Que qué tiene que ver lo uno con lo otro? Pues mucho. Si estamos todo el rato queriendo ser, hacer, o hablar como los demás, se nos olvida lo más importante que es vivir nuestra vida.
Y oye, que esta vida está muy bien, sobre todo cuando te ríes hasta de tu sombra.
Que nieva y no sabes ni manejar una pala, pues risotada. (Enlace aquí, acordaros que es cosa del SEO)
Que te dejan al cargo de las gallinas y se comete una masacre, pues risotada (pobres gallinas, pero oye, el zorro también tiene derecho a comer, cosas de mamá naturaleza). (Aquí)
Que te pones a hacer sopas de ajo y acabas haciendo puré picante, pues más risotadas y un poco más de caldo.
Nadie nace sabiendo, puedes tener más o menos facilidad, pero todo depende de…. exacto, practicar.
Y es mucho más divertido reírnos que echarnos mierda encima en plan, es que no sé, es que ella, él, elle lo hace mejor, es que no tengo tiempo para practicar, es que, es que…
Por el camino del es que, se va al país de ninguna parte.
Lo dice una que lo ha dicho mucho…
Sólo es una excusa para no hacerlo, para no ser responsables y para seguir en el sofá.
Menos mal, que yo me encontré con una amigui nueva que era decir “es que…” y oír de fondo “excusas, excusas, excusas” (guiño, guiño).
Al final risotada.
– Es verdad, uso excusas hasta para excusar las excusas…
Ahora, me lo digo yo a mí misma con voz de nininini y risotada. Y entre risotada y risotada, aprendo, me esfuerzo (a veces más, a veces menos eh, tampoco os penséis) y la vida va pasando igual, pero con otra alegría.
Además, la risa también es una estupenda válvula de escape del estrés y la mala leche que te entra a veces, a la hora del telediario sobe todo.
Personalmente, no lo veo. De eso, otro día os hablo.
A la hora del telediario suelo tomarme una cervecita al sol leyendo. Y si hace frío, pues un té cerquita del fuego.
Así que, consejo no solicitado del día, ríete, ríete mucho. De ti y con los demás, pero NUNCA de los demás, que aquí cada uno tiene su pelea, además, eso es de mediocres y de mala gente. Y nosotros, de eso no gastamos.
Chaíto.