Las personas infatigables.


O, por qué algunas personas no se cansan nunca de intentar conseguir que los demás les hagan el trabajo sucio.

Los protagonistas del día son esos humanos que, a falta de personalidad propia, se dedican a dorarte la píldora para ver si les solucionas la vida.

Buf.

En primer lugar, aclarar una cosita.

No estoy hablando de esos amigos moñas que te apoyan incondicionalmente aunque decidas salir en pelotas a la calle.

Esos que en vez de decirte que vas a coger una neumonía o vas a acabar en el calabozo (o directamente en el psiquiátrico) te dicen que adelante, que tú puedes, que seguro que eres la que mejor corre “culillo al viento” a lo largo de toda la Gran Vía.

Hay animadoras en la NBA con menos entusiasmo, lo tengo clarísimo.

No, no me refiero a esos amigos. Todos deberíamos tener, al menos, uno así.

Aunque a veces nos den ganas de quitarles los pompones y ponérselos de peineta.

Love you A.

Hablo de los pelotas.

De esas personas que, pensando sólo en su propio beneficio, pululan alrededor  tuyo, diciendo lo que ellos creen que quieres oír, con el único propósito de sacar algún provecho.

Esos que aunque no te hayas peinado en una semana van a decirte que si has ido a la peluquería. 

Lo maja que eres

Lo bien que lo haces todo.

Orbitan cual satélite. 

Da igual si vas de negro o amarillo, ellos siempre están alrededor. 

¿Y por qué lo hacen? Básicamente, porque viven en la mediocridad. Se retozan en ella. 

¿Para qué vas a hacer el esfuerzo de mejorar si consigues que alguien te haga las cosas? 

O , peor aún, ¿para qué mejorar, si enfrente tienes a alguien igual de mediocre que tú al que le encanta que le baboseen el oído y te sienta a su lado?

Los pelotas apestan, los huelo de lejos, son unas pobres gentes sin personalidad ni ganas de tenerla.

Infatigables

Hay que reconocerles ese mérito. No se cansan nunca.

Cuidado, ya que existe un ser mucho más peligroso. 

Una evolución sibilina.

Dicen no ser pelotas, odiarlos incluso, pero pobre de aquél que caiga en las redes de un manipulador

Pero hoy, pues no me apetece hablar de ellos, así que, aquí lo dejo.

Chaíto.

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