He vuelto.
He vuelto y lo hago desde mi nuevo blog, que para ser sincera no ha sido nada fácil ponerlo en marcha.
Os cuento.
Primero me fui de viaje. La emoción de la aventura. Publiqué algunas cosas en redes, un poco de risas, pero nada importante, nada que realmente tuviera valor ni me importara a mí lo más mínimo.
Empecé a construir el blog, quería hablar de mis viajes, anécdotas y esas cosillas que ya sabéis que me pasan, dar más contenido, pero no quería hacer un blog de viajes. Así que entre eso y pegarme con los dominios, me distraje.
¿Sabéis ese momento en el que tienes un examen importante y en vez de estudiar te da por hacer limpieza general de tu casa, de tus cuatro hermanos y de los cristales de la pirámide del Louvre? Pues eso.
Autosabotaje lo llaman. Yo lo llamo “cagüen mi mente y su zona de confort”.
Bueno, pues ahí estaba yo pasándomelo bien, creyéndome libre como un pajarillo, pero sin hacer lo que realmente quería hacer.
Pero una, que ya tiene un recorrido y que sabe cuando se está haciendo trampas al solitario, se levantó una mañana y sin darle tiempo a la mente para buscar alguna excusa tipo “pero qué vas a contar tú si no tienes ni idea” empezó a escribir como si no hubiera un mañana.
Porque mira, a mí me gusta escribir, comunicar y conectar, así que es lo que pienso hacer con este blog y espero que os guste, la verdad.
Mi autosaboteadora que se vaya a cag**r y que no haya papel, que yo no pienso llevárselo, pienso aprovechar su ausencia para darle a la tecla antes de que vuelva a la carga…
Así que, he vuelto y pienso hablar de casi todo. Porque mira, yo soy muy de opinar, pero también de cambiar de opinión; soy muy de flipar con las catedrales, pero también con la astrofísica; soy muy de disfrutar del sol, pero también de la lluvia.
No me enrollo más por ahora, nos vemos por aquí y por allí.
Chaíto.