Hoy he cazado un pensamiento, normalmente seguido de una acción, absurdo y que, además, estoy segura de que me ha costado mucho tiempo de mi vida.
Ha sido algo ridículo y que igual a muchos no os ha pasado nunca, pero a mí, sí.
No podía ser perfecta.
Por lo menos hoy. Mañana, si eso, vuelvo a mi estado de perfección. Guiño, guiño.
Me refiero al “luego lo recojo”.
Os cuento.
Yo soy muy de recoger.
Aunque ahora mismo mi casa parece un campo de batalla donde las minas se han convertido en cajas, pero algún día acabaré. Lo soy.
Todas las noches dejo todo en orden, listo para el día siguiente.
Qué gustazo levantarse temprano y tener hasta el café en la cafetera, a sólo un botón de tenerlo listo en la taza.
Pero, a veces, durante el día sobre todo, pienso mucho en eso de “luego lo recojo”.
Mancho una cucharilla. La limpio (sí soy) y la dejo escurriendo…
Pues ya que la he fregado que me cuesta secarla y meterla al cajón y no tenerla todo el día de adorno en el trapito amarillo ese… que parece un nuevo accesorio del Balenciaga.
Digo yo ¿eh?
– A ver Ainhoa, bastante que la friegas, yo la dejo en el fregadero, lavavajillas o en la mesa hasta que recojo después de comer.
Ok. Perfecto. Cada uno, su organización. Pero ¿qué cuesta recoger una cucharilla?
– Pero tardas menos si recoges todo junto…
Ejem. Si nos cuesta recoger una cucharilla, imaginaros un “fregao” entero. Y si el fregao está en el lavavajillas, ni os cuento, porque no se ve.
¿No os ha pasado de ir sacándolo, del lavavajillas digo, según lo necesitabas? Que para cuando sacas todo, tienes el fregadero que, en cualquier momento, llaga sanidad y te lo precinta. Chim Pum.
Imaginaros la situación de hoy.
Me estaba haciendo yo un sandwichito muy ligero de bacon, queso ahumado y pimientos asados para lo que viene siendo mi almuerzo de las 10:30.
Y, al pimiento le había quedado un trozo de piel churruscada y claro, había que quitarlo no estropeara el sabor del sandwichito.
Y ahí me veis, trozo de piel en mano buscando el papel de cocina para dejarlo ahí y tirarlo después…
A ver Ainhoa, abre la puerta de la basura y tíralo, que la tienes a 30 cm de tu mano.
Y esta tontería mañanera me ha hecho pensar.
¿Cuántas veces habremos dejado para luego cosas que, a priori, no nos cuestan nada y que se han complicado después?
¿Cuántas oportunidades habremos perdido por un “lo miro luego”, “me apunto luego”, “voy luego” o “lo hago después”?
A ver, que no estoy descubriendo nada nuevo ¿eh? Que, a esto, de toda la vida se le llama procrastinar.
Pero hoy sí que me he dado cuenta de lo interiorizadas que tenemos algunas cosas y que llevamos en piloto automático.
Autosabotaje puro y duro.
Y todo esto, por un trocito de piel churruscada. El mundo se está perdiendo una gran filósofa, está mal que yo lo diga, pero lo digo. Chim pum.
Chaíto.
P.D. Por si os habéis quedado con ganas de leer más, aquí os dejo el enlace de la entrada del 5 de diciembre, sí, del año pasado.
P.D.2. La imagen del inicio es de AQUÍ.