Pues ya es viernes.
A mí me da un poco igual y a los que trabajan el finde también, pero yo nací en viernes y, pues siempre me han dado cierto gustirrinín.
Igual es porque la gente está de otro ánimo, no sé.
Vengo a hablar de un culebrón que tengo aquí montado, qué intensidad, qué giros del guion, qué pasión. Ya quisieran los culebrones turcos estar a la altura.
Cualquier día me veis sentada a la puerta de casa con un balde de palomitas.
Antes de comenzar con este tema tan apasionado, un par de cosas.
Uno, estoy de mudanza. Ya sabéis lo que eso significa. La semana que viene habrá risas y lloros.
Dos, me han informado, porque yo tengo mis fuentes, que el mesías de las arañas se llama zapatero.
Espero que no tenga que nada que ver con el político, pero creo que también sabía caminar sobre las aguas sin mojarse…
Al lío. Pues estos zapateros deben ser muy abundantes en los ríos y las truchas se deben de poner finas, finas.
Os dejo la fotito, que ya sabéis que yo soy muy de informar.
Luego coméis carne sintética porque los insectos os dan asco (aquí para los que no sepan de qué porras hablo) pero truchas bien que coméis… con una lonchita de jamón en su interior… mmmmm.
¡Ah! Que las coméis de piscifactoría… bien, alimentadas de pienso no habrá mucha diferencia con la cacota esa. Así entrenáis el paladar, y me dejáis a mi el chuletoncito, jijiji.
Al lío. Vamos con el culebrón. Que hoy no tengo mucho tiempo que mis cuatro peladores me esperan.
Resulta que, la gata del vecino, además de guapetona, va a entrar en celo.
Es la blanquita de la foto destacada, la del principio, sí.
Ahora mismo, duerme en mi casa en un barreño. Tal cual.
Tiene la misma pinta que yo, cuando cogía la cama después de salir seis días seguidos de fiesta en el pueblo.
Sé que está viva porque mueve una oreja.
Y es que, claro, pasarse la noche perseguida por un montón de gatos es agotador. Y suerte tiene de que no beben cubatas.
¡Las humanas estamos contigo D.!
A ver, que a la muchacha no la achican eh, tiene un carácter que parece del norte (más al norte aún), menudos zarpazos y bufidos suelta.
- *Por cierto, nota: si alguien piensa que tengo que interferir, que hablen con la Jefa Naturaleza y que me llame para darme instrucciones (la jefa). Chim Pum.
¡Esa es mi chica!
Luego están los adolescentes, ellos no tienen muy claro que es lo que pasa, pero no se pierden nada, Se pasan toda la noche de parranda porque los mayores lo hacen y si los mayores lo hacen, yo también.
Digo, ellos también.
Uno de los adolescentes, reguapo él, es el que está haciendo la cucharita en la foto…
Luego tenemos al ¨cherif”. Tendrá 7 u 8 años y el barrio es suyo. Punto. Sus heridas de guerra lo demuestran.
Y así andan todos.
Lloros por aquí, broncas por allá.
Y en un giro de los acontecimientos, van llegando más protagonistas.
Ahora ha llegado uno muy guapo, parece un tigre, se le ve joven e inexperto, anda detrás de mis gatas que están esterilizadas, aún no se empapa mucho.
Un poco pesado también es.
Creo que no tiene nada que hacer frente a los mayores, pero nunca se sabe.
Yo os voy contando.
Lo bueno, que no hay ningún ratón en la zona.
Lo malo, que la gata aún no está en celo, así que esto se puede poner más intenso.
Yo, por si acaso, ya tengo palomitas.
Conmigo están las gallinas, hay que ver qué cotillas son. Se ponen pegaditas a la valla para no perderse nada, y mira que en el gallinero el amor también está en el aire…
- Y un aviso a los habitantes del pueblo y alrededores, si no encontráis a vuestro gato, pasarse por aquí.
Aquí se acaba la entradita de hoy, que no hay que alargarse.
Si lo bueno, breve, dos veces bueno, excepto un par de cosas, guiño guiño.
Saludos a mi amigui “A” que la hace mucha ilusión cuando la nombro y ha estado de jefa de cajas, vigilante, ojo avizor. Ella sí que ha sido el Chuck Norris del trastero y no una servidora, jijiji.
Chaíto.