A la extinción, a la caca, a la porreta, atxculo.

Si ya lo decía mi madre en plena pandemia cuando veía las noticias, ¡nos vamos a extinguir!

Pero no, no me refiero ni a guerras, ni a pandemias, ni al calentamiento global, ni a nada de eso.

Entonces, ¿qué pasa Ainhoa?

¡¡¡Que la planta más grande del sur de Europa de carne cultivada es una empresa vasca!!!

A la extinción.

Que un vasco se ponga a cultivar carne a partir de células de animales vivos es señal de que el Apocalipsis ya está aquí.

¡Un vasco!, que en vez de con la barra de pan, nacimos con el chuletón debajo del brazo.

Breve nota, hay vascos veganos, lo sé, pero si seguís leyendo lo vais a entender todo.

Voy a llorar.

Yo os cuento todo desde el principio, para que me acompañéis en lágrimas y en desasosiego.

Estaba yo leyendo el número de noviembre de la National Geographic, sí, el de noviembre, sí, la revista, cuando he llegado al artículo “Cocinando el futuro” escrito por Eva Van Den Berg. 

En este artículo se habla de muchas cosas y entre ellas de la carne cultivada.

Espera, espera, espera.

¿Carne qué? Sí, cultivada.

Algo así como coger unas células de unas vaquitas que no van a sufrir (eso habrá que verlo porque también lo dicen los franceses de sus ocas hasta que ves como las alimentan, buf).

Al grano.

Cogen unas células, las meten en un biorreactor para que crezcan, luego echan un poquito de grasa animal sintetizada en laboratorio (más puag), un poquito de pan, un poco de sal y varias cosillas más y ala, lista para vender en forma de hamburguesa. (Aquí lo veis con más detalle.)

De momento, en Europa no hay normativa, pero todos sabemos que la habrá, a fin de cuentas, somos muy de culo veo, culo quiero.

Y, ¿cómo lo justifican? Pues diciendo algo que es obvio, el consumo de carne actual es insostenible.

A mí no me miréis que yo sólo como carne cada 15 días, 2 kilos de chuletón sí, pero con nombre y apellido. 

Porque, digo yo, que es mi opinión ¿eh? Que igual los demás estáis encantados con la idea de comer hamburguesa de laboratorio, pero, ¿no sería más fácil comer un poco menos de carne?

Voy a decir una cosa que no va a gustar, pero este es mi blog y soy yo la que opina. Chin pum.

Si se prohibieran las macrogranjas y sólo hubiera vaquitas felices, lógicamente habría menos ganado… Vaquitas, cerditos o lo que fuera.

Pero Ainhoa, si toda la carne fuera ecológica y de bienestar animal sería mucho más cara. 

Exacto, problema solucionado.

Nunca en la historia de la humanidad se ha comido tanta carne como ahora, se cazaba un animalico para toda la tribu de vez en cuando y listo.

Incluso en la matanza se mataba un cerdo para todo el año y toda la familia, UNO. Y se aprovechaba todo, hasta los andares que decía mi abuela.

¡Qué es eso de comerse media vaca o medio cerdo todos los días? (según la RAE se puede acentuar así, que os veo venir). 

Así nos luce el pelo, un poquito más de variedad no nos vendría mal.

Además, no olvidemos otra cosa. El hacinamiento de animales, además de hacerles sufrir, les enferma (que ambas cosas son lo mismo a mi entender), ¿por qué si no pensáis que se les suministra antibióticos de forma regular? Para el catarro, no te digo.

Así que, sí, si tengo que comer menos carne porque está más cara, pero me ahorro el asco sintetizado ese, pues mejor.

Y luego la gente dirá que comer insectos es un asco (me repito con el asco, pero hoy es un día especial), mientras se come una hamburguesa de estas o unos langostinos (que para el que no lo sepa son los basureros del mar, por lo menos los saltamontes comen hierba y hasta fruta).

En fin, que si el Apocalipsis lo permite nos vemos el viernes con mi entradita de viajes varios. (Aquí la última)

Esta semana no hay chuletón. Ni ganas me han entrado.

Chaíto.

P.D. La imagen de cabecera es:
Pintura de 1796, “La muerte en un caballo pálido”, representación de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Fuente: VortBot / Public Domain.