Que sí, que sí, que hoy es viernes y toca contaros mis aventuras viajeras, las otras os las cuento los martes, que si no habéis leído la última, os dejo el enlace aquí.
Prometo que las gallinas viven (creo…).
El viernes pasado tocó excursión, un poco de turisteo y comida rica.
El pronóstico del tiempo era bueno, pero como somos perracos viejos pensamos, solete, helada segura, así que primero estuvimos haciendo unas compras por Guardo que los viernes hay mercadillo y desayunando, por supuesto.
De eso ya os hablaré otro rato. Y allá sobre las 12:00 horas nos fuimos para Cervera.
Yo, Cervera, ya conozco. Hace años estuve en un bodorrio del que no pienso contar nada, hay cosas que es mejor no contar, jijiji.
Pero bueno, la cosa era ir para esa zona, hacer unas fotitos y comer en Ruesga, que no conocía.
Todo, todo, todo, en la provincia de Palencia.
Pues allá que fuimos abrigados por aquello de que no nos pasará lo de Saldaña, aquí os dejo también el enlace.
Por cierto, esto de los enlaces no son cosa mía, son del SEO que dice que hay que ponerlos para subir puestos en Google, y yo soy muy bien mandada.
Primero, nos acercamos a Ruesga para ver si el Juanón estaba abierto y reservar.
Abren a la 13:00, pero como estaban dentro, cuando vieron a una pistoja intentar leer el cartelito sin gafas (ains, con lo que yo era, que te veía un pelillo en el entrecejo a tres metros…) salieron a ver si podían ayudarme.
Quedé a eso de las 15:00 hora peninsular, para comer carnaza, que ya sabéis que yo soy muy de manitas así.
Por si alguien está preocupado por mi salud, aclarar que en casa no como carne. Vamos, que me puedo comer media vaca cada quince días sin problemas para mis arterias.
Continúo.
Antes de ir para Cervera nos acercamos al embalse, brisa hacía oye. Las vistas espectaculares, el embalse vacío, vacío. En cuanto nieve un poco, se les pone a tope, no problem. Un par de fotitos para el cotilleo.
Luego, nos acercamos al parador para tomar un refrigerio, que pensándolo bien, es toda una ironía cuando andas bajo 0 de excursión. Creo que si pedías un agua “del tiempo”, te daban un vaso con dos hielos… Ahí lo dejo.
Peeeerooo, estaba cerrado, descansan hasta febrero. Aunque deberían haber puesto: “con la rasca que hace no ganamos para calefacción ni aunque cobremos el vaso con hielos a 6€”, habría sido más sincero.
En fin, que pusimos rumbo a Cervera.
Llegada a Cervera, solete a tope y su pu** madre, nada más salir del coche un airecito que nos dejó más frescos que al tal Rodolfo (al langostino, por si aún no habéis tomado el cuarto café del día).
Pero esto que eeeeee, qué necesidad hay de estar bajo cero y menos con una sensación térmica de -13, que si quiero pasar fresco me meto en un congelador.
A ver, a ver, que frío ya hacía, pero madre mía del amor hermoso y todo eso, aquello era FRÍO.
Tras un envolvimiento total en una bufanda de tres metros, que en la historia ha habido momias con menos vendas que yo bufanda aquél día, nos dispusimos a dar un paseíto, entre expresiones como “la virgen”, “la madre que parió a panete” y otras que mejor no escribir, por si me lee gente de bien, recorrimos Cervera y hasta subimos a la Iglesia. Por supuesto, cerrada.
No hay foto, cualquiera se ponía digno, tenía la nariz que no sabía si caerse o meterse para dentro. Por suerte, ni una, ni otra, sobrevivió, sigue en su sitio.
Así que, para los bares, que allí no hacía frío. Hasta caldo se bebió alguno.
Y a las 15:00 horas, a comer.
Todo muy bien, pedimos algo de picoteo, croquetas variadas y pulpo a feira. El pulpo muy rico, las croquetas buenas, pero no tanto, recordar que las de El Bodegón de Saldaña están en el número 1 de croquetas.
De segundo carnaza, 1 kg, para ser exacto. Estuvimos recatados, medio kilo para cada uno, es una tapita cualquiera. La carne estaba muy rica.
Os pongo fotos de todo, no penséis que os engaño ehhhh.
No tomamos postre ni copita, a veces hay que ser más comedido y no andar por el mundo como si no comieras en toda la semana. El postre puedo perdonar, la carne, no.
Un par de copitas de vino rico (no recuerdo el nombre y ya sabéis que se me olvida apuntar) y 66€ de cuenta para dos. Bien me pareció. Estaba rico y el servicio muy atento.
Paseo por Ruesga para bajar la tripota y comenzar la digestión.
Una curiosidad, en una pared entre la Iglesia y el rio hay un cementerio que a mí personalmente me gustó, por el lugar y por lo pequeñín. No hice foto, porque luego habría tenido que editarlas para borrar el nombre de los difuntos y, pues no me apetecía. Si queréis verlo, os acercáis (guiño, guiño).
Volvimos al pueblín por la Ruta de los Pantanos e hicimos una paradita en el Mirador de la Varga, había que hacer unas fotos de las vistas.
Eso sí, aviso, si vais en esta época no olvidéis el gorro y una manta térmica para salir del coche.
En fin, que pasamos un buen día de turisteo y nos conservamos perfectamente en frío, no sólo no envejecimos, sino que noto el cutis más terso desde entonces.
Y, hasta aquí, la última crónica de viajes de esta servidora. Voy a ver qué hacen las gallinas.
Chaíto.