Una peli y tres lecciones


Buenos días a todxs, aquí estamos un nuevo martes para hablar de la vida y sus cosas.

Esta entrada la iba a escribir el domingo, para qué os voy a engañar, pero oye, que miraba nuestra querida hoja en blanco y nada, ni una idea pequeñita de la que tirar. 

Ya sabéis que yo soy de la opinión de que, aunque no se te ocurra nada hay que seguir adelante (aquí os lo contaba todo), así que me dije “Ainhoa, ponte una peli y ya se te ocurrirá un tema”. Porque las pelis dan para mucho.

Y me puse una peli: “Carlitos y Snoopy”. Tal cual. Peliculón, pues no, pero yo no he dicho que me fuera a poner ningún peliculón dramático sobre héroes ni heroicidades. 

No, no.

A mí cuando no se me ocurre nada, me pongo una peli relajada. Para dramas ya está el telediario.

No voy a hacer ninguna crítica sobre la misma, quién quiera verla, pues oye, que la vea y juzgue por sí mismo.

Pero sí que me dio algunas ideas sobre las que barruntar (cómo me gusta esta palabra).

Primero, Carlitos no se rinde. Él dice que lo intentará hasta que le salga y punto. ¡Qué sabio nuestro Carlitos! Todos le decían que dejara de intentarlo, que nunca le saldría, que nunca sería lo bastante bueno…

Voy a repetirme con aquello de que, la diferencia entre el maestro y el aprendiz tan sólo son las de horas de práctica. 

Porque ¿cuántos de nosotros hemos abandonado al tercer intento?. “Esto no es lo mío”, “no tengo talento”, “nunca lo conseguiré” … vaya, vaya.

Pero, y ¿si siguiéramos?, Un día, otro y otro. Sólo con practicar una hora al día en un año llevaríamos 365 horas de práctica (este 366) … no está mal ¿eh?

Una cosa está clara, para practicar todos los días no hay que tener motivación, sino constancia y disciplina y, en eso, fallamos la mayoría. Ya se encarga nuestra querida mente de boicotearnos y tenernos bien distraídos en redes sociales o viendo Netflix.

Seguro que alguien está diciendo:

  • A ver, centrémonos, porque por mucho que practique no voy a ser jugador profesional de la NBA, mido 1,50 y tengo 60 años. 

Pues mira no, si hubieras empezado con cinco años nunca se sabe. A fin de cuentas, ya hubo un jugador de 1,60 m., (lo he consultado en la Wiki, que yo estos datos no me los sé), así que, tal vez, hubieras sido el jugador más bajo de la historia de la NBA, pero ya se encargaron los demás de decirte, hasta convencerte, de que era una locura.

En la peli, con nuestro Carlitos, pasa igual.

Así que lección número uno, practica y practica. Constancia y disciplina. Y mandar a los “realistas” a dar un paseo bien lejos. Porque amiguis, aunque al final no lleguemos, el viaje nos habrá enseñado un montón de cosas útiles.

La segunda lección que me vino a la cabeza fue que, las buenas personas no tienen que dejar de ser buenas personas porque los demás sean unos tocapelo*as. Aprender a poner límites, por supuesto, que no te hacen caso, vas acompañado de tu súperamigx y si este tiene un bate de béisbol, mejor (guiño guiño).

Estoy harta de leer en redes sociales que no se puede ser bueno porque te vacilan y te hacen pupita. Tú no eres buena persona, tú eres un llorón que no sabe gestionar sus emociones ni su vida. Espabila.

Sé buena persona, rodéate de buenas personas y si te vacilan es problema de ellos. Aprende de la experiencia y, la siguiente vez, pon límites sanos. 

No seas como ese estudiante, que tras suspender su examen de acceso a la Escuela de Arte se sacó de la manga el III Reich. 

Mejor hubiera seguido practicando. Para todos.

Y la tercera lección de la que quiero hablar es que, la imaginación no tiene que tener límites, para eso es imaginación. Si Snoopy quiere ser un heroico piloto de avión y volar sobre su caseta, pues lo hace. Punto. ¿Por qué? Porque puede. Porque se nos olvida que algo que tenemos los seres humanos y el resto de los animales no tienen (que sepamos) es la capacidad de imaginar. De visualizar aventuras y mundos fantásticos y pasar un buen rato. Incluso de visualizar la vida que queremos para que nos sirva de inspiración diaria.

La foto está sacada de aquí

Porque queridos, la imaginación la usamos, pero para imaginar que la presentación del curro nos va a salir fatal, nos van a echar la bronca delante de todos y tras unos buenos latigazos en la plaza del pueblo, nos van a despedir. Jamás encontraremos trabajo, el banco se quedará nuestra casa, nuestra familia nos abandonará por perdedores y acabaremos solos debajo de un puente. Fin.

¿Que por qué nos permitimos este tipo de imaginación y no la contraria? Esa en la que la presentación nos sale genial, nos ganamos un ascenso y hasta nos suben el sueldo trabajando menos horas… 

De eso si queréis hablamos otro día, que por hoy, creo, que ya tenemos bastante sobre lo que pensar.

Chaíto.

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